A Prusia con amor: de Bismarck a Koch
Luego de ver The black book de Verhoeven, y lejos de hacer cualquier análisis sustancial sobre la trama del film, desearía resaltar la soberbia performance del muy apuesto señor Sebastian Koch. Sin caer en la pobreza alquimista, positivista, o simplemente racista, de adjudicar sus gracias a una mera herencia étnico-genética, apreciar las dotes germanas de este intérprete en la pantalla grande es confirmar, una vez más, que existe -de verdad- un hombre orgásmico de sólo verlo. Ahora sí, señoras, toda resistencia posible queda circunscripta a agarrarse de la butaca con la fuerza de unas pinzas crustáceas, y suspirar por el único hombre capaz de convertir el alemán en lengua romance. Bajo. Muy bajo. Buenas trasnoches.