martes, octubre 23, 2007

Un cuento que se queda sin princesa

A M.D., con el más profundo de los cariños

Porque tenías la edad de mi hermano.
Porque te llamabas como yo.
Porque eras hermosa y lo seguirás siendo, por dentro, por fuera, por donde sea que se mire, donde sea que estés.
Porque saber que así - de repente-, todo se escapa, es un baldazo de agua fría; y la brevedad de la vida es terriblemente injusta cuando se trata de niñas maravillosas.
Porque todavía me acuerdo de los recreos eternos en el patio de baldosas naranjas, en los que a los 10 añitos me confesabas que morías de amor por mi hermano y yo pensaba que ibas a ser la mejor cuñada que pudiera tener, o al menos, la que yo hubiera elegido desde el primer día.
Porque eras un sol, tocaya, y tu partida tan pronta e inexplicable, me deja sin consuelo.
Por los tiempos compartidos, sabe Dios que me quedo con el mejor de los recuerdos.

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