jueves, octubre 04, 2007

Al Beldent

Ahí yo, con mi boca abierta en un ángulo de casi 180 grados. Mirándola. Sus arrugas diciéndome todo el sol del que ha abusado. V es como una tía, tiene exactamente el dejo de locura que todas mis tías tienen. (Es más, apenas alguna amiga de mamá deja entrever ese lugarcito en el que le patina como piso recién encerado, empiezo a llamarla "tía".) La conozco desde los seis o cinco, y desde aquel entonces no hace más que elogiar mis dientes, aunque sé que es sólo para poder cobrarme todo arreglo el triple de lo que vale, bajo la excusa de "Tenés una dentadura... hay que cuidarla". Sin contar, que se jacta de ser una gran amiga de mamá y hasta me quiso de nuera. Somos íntimas. Tenemos esas charlas geniales en las que mientras me está perforando un molar, me cuenta lo que hizo el fin de semana o me pregunta si me gustan los aros que se puso, a lo que debo contestar con un terrible esfuerzo de gesticulación, evitando tragarme los algodones, para que ella finalmente me diga "No, ¡no te me muevas!" y me rete porque moví todo (¡¿?!). De a poco voy acostumbrándome a escucharla monologar, o hablar con su asistente, y a guardarme todo comentario para el final, cuando me tengo que ir rápido, porque llegó el paciente del turno siguiente.

Ahí estaba yo hoy, con un calambre maxilar supremo, mientras ella -torno en mano- hablaba de que se había encontrado con no-se-quién en no-sé-dónde y que tenía el mismo perchero que ella había comprado para su consultorio nuevo, a lo que yo, en un revolear de ojos magistral, ojeé el perchero, y la tía V -que todo lo ve- dijo "Mirá Mili, ya me está ojeando el perchero". Capta la mirada como nadie. Un gesto de dolor, de sorpresa, todo en un abrir y cerrar de ojos. Hay V, si fueras hombre, las palabras que me ahorraría. En fin, después del perchero, vino la charla con la asistente. "El sábado es la noche de los museos..." - torno- "... E quiere ir, pero yo le dije que quería ir al casamiento del hijo de X,"- tiene un gusto re feo, enjuagate; yo, me enjuago y escupo- "...entonces quedamos en que me acompaña a la ceremonia y yo lo acompaño después a recorrer" - a ver, abrí bien que es muy posterior- "Y no sabés, me quiero poner una musculosita con un brillo, divina, y unos zapatos gris plata, que no sabés" - me empieza a enchufar algodones hasta en la oreja- "Pero, después, así vestida, a recorrer... no sé" -listo, escupí; yo, escupo otra vez. Su asistente se queja de los hombres arriba de cincuenta que sólo buscan pendejas. V dice que no lo entiende, que un hombre de sesenta no puede seguir esos ritmos. Y habla del suyo. "Nosotros, con E, somos así, treinta y dos años de casados, re compañeros..." - a ver, cerrá, ¿cómo mordés?; yo, cierro, perfecto, le digo- "...el fin de semana, agarramos el auto, nos llevamos un matambre que nos había dejado preparado la muchacha, y nos fuimos de picnic a San Isidro". Me mira, buscando aprobación. RE cancheros, le digo. Ella, chocha.

No hay caso, no hay. Es la mejor de todas. Por ella ya no como chicles. Sólo por ella. Buenas noches.


5 comentarios:

Anónimo dijo...

que gran cambio, siempre es bueno renovarse...

Milita dijo...

Siempre. Aunque más no sea que para sobrevivir... como las cucas, pero con estilo. Saludos.

Virginia dijo...

oooooohhhhhh!!!!

y por un momento me asusté, es que son las 3 de la matina.. demasiadas horas de navegación por hoy..

muy lindo cambio de look, muy linda la luz en la foto y la foto de entrada

Ernesto Cherquis dijo...

Se volvio nocturno liviandad buena onda...

Milita dijo...

Podríamos decir que se nos vino la noche, sí. Y que está bueno ceder ante sus criaturas, de vez en cuando. Saludos.