viernes, septiembre 21, 2007

Printemps

Hibernar. Mi primavera hibernada. Una siesta de ciento ochenta minutos. Aflorar. Ya no llueve, ya no doy más. No doy más del sueño que arrastro hace días. No doy más de ver y no ver, de ver y que no me vean. El aparecido, sí. Otra vez. No consigo poner pie en los campos visuales y soy, una vez más, un poquito de nada que se queda sin lograr ser evocada en el recuerdo. Y porque a veces basta con un vistazo para estar presente, es que existe el miedo de levantar la mano.
Quiero una primavera romana. Chapotear en fuentes, hacer step en los escalones de la piazza di Spagna. Levantar la mano, y que me tiren al gigoló sobre la mesa. A la pizza. Tiernizado. Buenas noches.

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