domingo, septiembre 23, 2007

Madrugada

Considerablemente cruel es que decida quedarme un sábado a la noche en casa, estudiando. Suficientemente cruel es que, a las 4 a.m., después de un extenso intento fallido de estudio, me disponga finalmente a abandonar la farsa e ir a dormir. Terriblemente cruel es que, al buscar conciliar el sueño mirando un poco de tele, a algún maldito programador de canal de cable se le ocurra pasar Frankie y Johnny. No. Señor, no. La chica se quedo en casa, un sábado a la noche, estudiando. Entienda usted que NO es una película que se deba broadcastear en esta clase de madrugadas. Es ahí cuando, ingenua, creyéndome muy felizmente completa hasta el momento, decido entregarme a la condena infinita y caigo. Vuelvo a ver aquellas escenas por enésima vez y -pese al esfuerzo hecho por dormirme un poco más temprano que un sábado cualquiera- termino cerrando los ojos a las seis de la mañana, incapaz de conciliar el sueño, por no poder dejar de pensar en ese beso con el camión de la florería de fondo. Sábado, perdido; remate de domingo a la madrugada, fatal. Mientras tanto, seguiré entrenando mis manos en el arduo oficio de la apertura de frascos. Nunca se sabe. Buenas noches.

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