martes, octubre 28, 2008

Y a sus plantas rendido un león...

A M., mi mentor en el arte de urgar en las zonas oscuras.
Agazapada entre los pastizales, a la espera de la señal para atacar su cuello. "Porque sos un leoncito", me dice. Haciendo caso omiso a la señal, me río, esquivo la mirada. "Porque soy un leoncito...", repito, mirando a través de la ventanilla, mientras atravesamos el túnel de Cabildo. Bajo el suelo que nos vuelve urbanos y civilizados, se encuentra el terreno de ese origen animal que alimenta las pasiones, los instintos.
Me pregunto, entonces, qué clase de leoncito deja ir a su presa, cuando lo que está en juego es la provisión de alimento a su ego endeble y desnutrido.
Error, pequeña bestia ególatra. Dejar morir de hambre al animal es condenarlo a su extinción, bloquear las posibilidades de su reproducción. Error, leoncito. Dejar morir de hambre al animal es la pena eterna de anhelar, inútilmente, el sabor de la carne.

Buenas tardes.

4 comentarios:

LeRoi dijo...

Quiero conocer a A. M.

julita dijo...

se la extraña, leoncita. si no venis el viernes pasate por enerc el martes a las 9 q no hay foto y vamos por unas birras (sono muy borrachos del tablon? bueno, agreguemosle una pizza)

Milita dijo...

Leroi: M. no es otro más que vos. Debieras ya conocerlo. Y, a la presa, pongamosle F.,... mas,¿a quien podria importarle?

Julita: el martes, sin falta, paso a buscarlos. Agregemosle una pizza, así retardamos la aparición de la cirrosis.

LeRoi dijo...

Ya lo se, solo queria escucharlo. Asi de narcisista soy.