Noviembre primero
Donde esté, donde me tenga.
En la cama, como solíamos. Era tarde. Tarde para estar en la cama, todavía. Y había sido ayer, que Michael Stipe hablaba de cómo todos nos lastimamos. A veces. Sobre los hombros de quien me infligiera una de las penas más profundas de mi exigua existencia, veía el conjunto de luces bailando bajo mis narices. Allí estaba, por encima de todos los feligreses. Ofrecida. Como en una misa del Harlem, el pelado era una suerte de líder gospelliano destinado a exorcizar el fantasma del dolor. Extirparlo para siempre de mi cuerpo, recordándome que este no era condición de unicidad; y yo, tan sólo una más de todos aquellos que duelen, a veces.
Con el correr de los días, la angustia se volvió esporádica. Subrepticia, me acosaba en momentos puntuales. Llegué a creer que el hechizo de Mike no había surtido efecto. Tardé un largo tiempo en comprender que todo duele, cuando no estás.
Buenas trasnoches.
5 comentarios:
El dolor nunca se va, se aprende a vivir con el. La ausencia no es dolor, el dolor es huella de esa ausencia
mili, todo en tu texto me resuena a mí misma. es como si hubieras escrito mi vida. qué hermosa compañía sos.
te quiero,
lu
YA! Este finde sale una cerveza de mujeres!? Mando mail a ver si pueden!
http://www.youtube.com/watch?v=sfrqmjp7hyk
te lo dejo porque hoy lo estuve mirando atentamente, no encontré ninguno de la escena siguiente... qué pena!
Fue uno de los mejores recitales que vi en mi vida...
Hay una frase interesante de Siddhata Gotama, el Buda, que dice: "El dolor es inevitable, mas el sufrimiento opcional".
Me parece muy inteligente.
Publicar un comentario