sábado, julio 22, 2006

Sweet Caroline

Anoche en el boliche sonaban los mismos temas que papá me hacía escuchar todos los sábados a la mañana, cantando a gritos, desde que tengo uso de razón. Era un ritual sabatino sin igual. Sol entrando al living (verán que siempre hay sol en mis memorias), papá probablemente descalzo, (des)entonando algún tema del gran Neil Diamond, de Dylan, de Harrison, Van Morrison, Tom Petty, The Kinks, Rod Stewart, Lou Reed, Bowie, Beatles, Neil Young, y tantos más. Debo haber sido una de las pocas niñas que cuentan con una colección de recuerdos acompañada de semejante banda sonora. Lo mejor era cuando iba reconociendo los temas -con la ayuda de mamá- y me acercaba cantando y bailando a papá, perdiendo la compostura entre carcajadas cuando veía su baile psicodélico. Esa parte de mí que a veces parece haber quedado tan lejos, ayer saltó y tiritó cuando escuchó "Lola" de los Kinks: "Well i'm not dumb but i can't understand/ Why she walked like a woman and talked like a man/ Oh my looola lo-lo-lo-lo looola lo-lo-lo-lo looola". Yo también caí por mi Lola. Desprevenida me llegó "My sweet Lord", el misticismo de George, las ganas extasiadas de verle la cara a Dios. Entre tanto hit, creo que escuché un par de Rod, quizás "Rythm of my heart", o quizás el ritmo de mi corazón estrujado engaño mis sentidos. Pero nada, nada se comparó al latido vertiginoso, visceral, adrenalina pura en un fluir californiano (siempre me imagine a Neil con su chica sobre un convertible colorado, pelos al viento, en las playas de Santa Mónica) provocada por los acordes iniciales de "Sweet Caroline" y... "Hands, touchin' hands (mucho suspenso)/ Reachin' out (más suspenso)/ Touchin' meeeeeee (emoción) / Touchin' youuuuuuu (climax)... pam pam pam ... (estallido) Sweeeeet caroliiiiine/ Good times never seemed so good/ I've been incliiiiined/ To believe they never woooould". Mientras, intentaba explicarle a Flor lo que significaba esa canción. Pero era intraducible. Me costaba hablar. Ya me había convertido otra vez en la nena de seis años que cantaba a gritos con su papá, eufóricos y apasionados, como si hubiéramos conocido a Caroline, como si la hubiésemos amado tanto. Buenas noches.

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