miércoles, marzo 12, 2008

Apto profesional

Supongamos que una se pasa la vida viendo cine negro y su modelo a seguir es, por ejemplo, Barbara Stanwyck en Pacto de Sangre (Double Indemnity). La femme fatale es una mina laburadora. Cada caída de párpados, cada pitada, cada llamada está milimétricamente estudiada. Por más improvisado que parezca a simple vista, la mujer fatal ha planeado cada uno de sus movimientos desde el momento en que una frustradísima madre ama de casa, cansada de lavar pañales a mano y tener la comida lista, la convenció de que la vida arrancaba por ese lado, cuando apenas contaba con unos cuatro o cinco años de edad.

Y si la vida se trata de esterotipos -manipulados por el azar genético y la geografía- todas las mujeres llevamos en algún rincón del alma una mujer araña fría y calculadora llegado el momento de hacer caer a los hombres en las telas. Pero ya, la vida suele ser corta (al menos la sexualmente activa) y una, entre tanta labor cotidiana, se cansa de seguir sumando tareas para el hogar. Debo admitir, que peco de ser vaga y que las pocas veces que me he lanzado a hacer el trabajo fino y meticuloso, termine enredada o, el ser en cuestión, ya se encontraba enredado en otras telas. Mi experiencia laboral no ha sido grata, en fin, y tampoco he aportado mucho como para jubilarme dignamente. No se trata entonces de pugnar por el retiro voluntario, sino de tomarse una licencia con goce. Y esta vez, que el laburo, sea el de los otros.

Miniambiente con luz natural, buena ubicación, excelente contrafrente, pileta llena y sin cadáveres flotando a la vista: apto profesional. Buenas noches.